Llega el momento de la visita al pediatra y muchas familias lo viven como una experiencia traumática: llegar, entrar, desvestir rápidamente al niño mientras la enfermera y/o el pediatra hacen preguntas y casi ni nos miran, revisarlo con prisa aunque llore, preguntar en medio del llanto aunque ni siquiera lleguemos a oír la respuesta (a veces ni siquiera hay respuesta digna de ser oída)….y todo en 5 o 10 minutos!!!
Luego de ver y oír situaciones y relatos de este tipo, la pregunta es: para que va una familia al pediatra? Que esperamos de esta visita? Como debería ser?
Y respondiendo estos interrogantes es que muchos de nosotros llegamos a la conclusión que no es este tipo de “asistencia” la que queremos ofrecer a esas familias, que no es eso lo que ellas esperan de nosotros, lo que han venido a buscar….
Vienen confiándonos lo mas valioso que tienen: sus hijos, y así es como debemos verlo.
Afortunadamente un niño pocas veces estará gravemente enfermo, pero sí en cambio necesitará encontrarse en un ambiente “familiar” y distendido, donde pueda moverse con libertad y donde sus padres se sientan cómodos y contenidos ante la infinitud de interrogantes que a menudo se les plantean. Es posible que no podamos responder a varias de esas cuestiones, y este también es nuestro desafío: reconocer nuestras limitaciones, no pretender dar respuesta a cada pregunta, sabernos igual de humanos y comprender que nuestra función es acompañar, informar, orientar, pero no tomar decisiones ni mucho menos juzgar el modelo de crianza que cada familia elige.
Es cierto que hay algunas cuestiones puramente médicas, científicas, en las que tal vez como profesionales de la salud podamos tener recomendaciones mas acertadas que el simple sentido común, y es importante brindar esa información con conocimiento y actualización para ponerla al alcance de quien la necesite, especialmente en los casos de enfermedades potencialmente graves. Pero no es nuestra función indicar si el niño tiene que dormir solo o con sus padres, si ha de comer en una trona o en el regazo de su madre...Podemos dar pautas de colecho seguro, normas de orientación sobre alimentación saludable, pero lo demás se decide de puertas adentro, y probablemente cualquier opinión nuestra al respecto tenga mas que ver con una consideración personal que con algo científicamente fundamentado, por lo tanto es mejor abstenerse o, al menos, dejar claro que aquello que diremos se basa solamente en nuestra experiencia o en nuestro punto de vista.
Si la visita al pediatra la orientamos especialmente hacia la educación en salud y la prevención, dando pautas para el reconocimiento de los problemas pero realizando las intervenciones estrictamente necesarias; dándonos la posibilidad de conocer a la familia integralmente en un ámbito de tranquilidad y seguridad, con tiempo y centrada en el bienestar del niño y su entorno, seguramente será mucho mas beneficiosa para la familia y para nosotros mismos.
El objetivo es dar la información y orientación necesarias para permitir a la familia (especialmente a los padres) adquirir confianza en las capacidades e instintos propios y en los de sus niños, y sentirse seguros y autónomos en la toma de decisiones que la responsabilidad de ser padres implica, y evitar la dependencia de consejos o indicaciones ajenos tan común hoy en día.
Paula
Luego de ver y oír situaciones y relatos de este tipo, la pregunta es: para que va una familia al pediatra? Que esperamos de esta visita? Como debería ser?
Y respondiendo estos interrogantes es que muchos de nosotros llegamos a la conclusión que no es este tipo de “asistencia” la que queremos ofrecer a esas familias, que no es eso lo que ellas esperan de nosotros, lo que han venido a buscar….
Vienen confiándonos lo mas valioso que tienen: sus hijos, y así es como debemos verlo.
Afortunadamente un niño pocas veces estará gravemente enfermo, pero sí en cambio necesitará encontrarse en un ambiente “familiar” y distendido, donde pueda moverse con libertad y donde sus padres se sientan cómodos y contenidos ante la infinitud de interrogantes que a menudo se les plantean. Es posible que no podamos responder a varias de esas cuestiones, y este también es nuestro desafío: reconocer nuestras limitaciones, no pretender dar respuesta a cada pregunta, sabernos igual de humanos y comprender que nuestra función es acompañar, informar, orientar, pero no tomar decisiones ni mucho menos juzgar el modelo de crianza que cada familia elige.
Es cierto que hay algunas cuestiones puramente médicas, científicas, en las que tal vez como profesionales de la salud podamos tener recomendaciones mas acertadas que el simple sentido común, y es importante brindar esa información con conocimiento y actualización para ponerla al alcance de quien la necesite, especialmente en los casos de enfermedades potencialmente graves. Pero no es nuestra función indicar si el niño tiene que dormir solo o con sus padres, si ha de comer en una trona o en el regazo de su madre...Podemos dar pautas de colecho seguro, normas de orientación sobre alimentación saludable, pero lo demás se decide de puertas adentro, y probablemente cualquier opinión nuestra al respecto tenga mas que ver con una consideración personal que con algo científicamente fundamentado, por lo tanto es mejor abstenerse o, al menos, dejar claro que aquello que diremos se basa solamente en nuestra experiencia o en nuestro punto de vista.
Si la visita al pediatra la orientamos especialmente hacia la educación en salud y la prevención, dando pautas para el reconocimiento de los problemas pero realizando las intervenciones estrictamente necesarias; dándonos la posibilidad de conocer a la familia integralmente en un ámbito de tranquilidad y seguridad, con tiempo y centrada en el bienestar del niño y su entorno, seguramente será mucho mas beneficiosa para la familia y para nosotros mismos.
El objetivo es dar la información y orientación necesarias para permitir a la familia (especialmente a los padres) adquirir confianza en las capacidades e instintos propios y en los de sus niños, y sentirse seguros y autónomos en la toma de decisiones que la responsabilidad de ser padres implica, y evitar la dependencia de consejos o indicaciones ajenos tan común hoy en día.
Paula