Cuando una mujer embarazada va a hacer el seguimiento de su embarazo sabe que le tomarán la presión, la pesarán y le explicarán, seguramente ayudándose de un "carnet de la embarazada", cuáles son las pruebas que habrá que hacer durante los próximos meses.
Cuando ya haya parido, dependiendo de cómo haya ido el parto le harán unos cuidados u otros. Pero hay otro seguimiento que valdría la pena hacer y es el emocional. A cuántas les preguntan como se sienten? Si están estresadas, si están tristes o si su estado de ánimo parece que se haya subido a una montaña rusa?
El embarazo, el parto y el post parto son periodos de una gran intensidad emocional en el que generalmente se crean unas expectativas poco realistas sobre cómo se debe sentir una mujer. A menudo, las madres se agobian porque creen que deben sentirse siempre felices, con un amor infinito e instintivo hacia su hijo y la realidad puede distar mucho de esta "nube azucarada".
Las mujeres embarazadas y recién paridas pueden sentirse infinitamente felices y enamoradas de su bebé si, pero también pueden sentirse tristes, angustiadas, enfadadas, indiferentes, agotadas, rabiosas, agobiadas ...
Y tienen todo el derecho a sentir todo eso y más. Son personas, que sienten y además lo hacen con mucha intensidad (los cambios hormonales colaboran) y la nueva vida que llevan dentro de sí o que ya ha salido puede llegar a ser muy molesta. Si, si, molesta. Puede provocar vómitos, mareos, dolores en las costillas, ciática, insomnio, dolor, frustración ... y mucho más. Y por desgracia, esta diferencia entre la realidad y las expectativas creadas pueden hacer que las madres se sientan culpables, tristes, desorientadas e incluso, pueden llegar a pensar que no son las buenas madres que se esperaba. Y en el peor de los casos, sentirse tan avergonzadas que incluso no lo quieren decir o reconocer, de manera que muchas no piden la ayuda que tanto necesitan.
Es normal que durante estos procesos las emociones varíen rápidamente y que se sientan con intensidad (y que por tanto, se llore con un anuncio o incluso sin motivo aparente). Es normal que además de las emociones positivas aparezcan negativas y entre todos (mujeres, parejas, familia, profesionales médicos y sociedad) debemos ayudar a identificarlas, aceptarlas y gestionarlas. El problema no está en sentirse triste sino en no entender de dónde viene esta tristeza, rechazarla y no saber qué se puede hacer para sentirse mejor.
La tristeza conocida como baby blues que aparece después del parto puede afectar hasta el 50% de las mujeres y suele desaparecer en cuestión de pocos días o semanas.
La depresión post parto afecta a una de cada 10 mujeres y tiene una sintomatología más grave y duradera. Desesperanza, pérdida del placer, agotamiento, alteraciones del sueño y el apetito, sentimiento de culpabilidad, pérdida de interés por el bebé ... son algunos de los síntomas. Puede llegar a durar meses o incluso años si no se trata.
Hay que saber que la depresión post parto puede afectar a cualquier mujer, pero aún es más importante saber que esta situación es temporal (con la ayuda adecuada). Ninguna mujer tiene porqué pasar sola por ello y su entorno (pareja, familia, amistades ...) y los profesionales encargados del protocolo de seguimiento (ginecólogos, comadronas y pediatras) son potenciales detectores de estas situaciones. Y estos últimos deberían poder tener el tiempo y los recursos necesarios para evaluar el estado emocional de la madre y derivar en caso de necesidad a un profesional especializado que pueda ayudar a gestionar sus emociones y a recuperar la energía.
Los psicólogos especializados, los grupos de crianza, el compartir con otras madres, los talleres de educación y gestión emocional, la lactancia materna ... son factores de protección y de apoyo importantísimos en estas situaciones. Y pueden ser el camino para vivir una maternidad sana y estable emocionalmente.
Elena Angulo. Psicóloga clínica. MOLTPEKES